jueves, 24 de mayo de 2012

El Futurismo II

El Futurismo tiene un perfil más literario y es más cosmopolita que el Cubismo, pero no se podría explicar, es cierto, sin el precedente de éste, del cual es como una extensión literaria, y tampoco, por supuesto, sin las vanguardias que le preceden en la bulliciosa escena europea de comienzo del siglo. A la audacia y severidad del Cubismo, el Futurismo añade una preocupación proselitista por lo innovador, por los grandes temas del momento, como el movimiento y la velocidad y, más aún, la presencia de la máquina, como divinidad del vértigo multitudinario que caracteriza a la vida moderna.

"Un auto de carrera es más hermoso que la Victoria de Samotracia", esta frase dicha por Marinetti es uno de sus manifiestos fue muy celebrada en su momento. pronunciada hoy parecería mera ocurrencia. pero es así y el Futurismo tiene verdadero éxito cuando exalta los valores más optimistas de una época en dónde la máquina se erige pronto como símbolo y representación del progreso humano.

Su estética pretende pasar por altavoz de las novedades e invenciones tecnológicas incorporadas a la civilización y convertirlas en materia del discurso innovador de poetas y pintores.

Parecería un sin sentido de la pintura postular el movimiento cuando sólo se le puede representar mediante la ilusión de que las cosas se desplazan, es decir, mostrando las presuntas fases del movimiento congelado. ¿No es esto lo que siempre hizo y sigue haciendo la pintura bidimensional, y lo que seguramente por mucho tiempo más no dejará de hacer? Es obvio que el movimiento no existe fuera de las cosas que se mueven, y no se tiene éxito en concebirlo porque se le presente simultáneamente desglosado sobre el plano. el tren expreso de los futuristas y El desnudo descendiendo una escalera de Marcel Duchamp son ejemplos típicos de lo que, más que análisis, resulta ser una disección del movimiento. Duchamp no tardará en comprenderlo y se consagrará a la poesía de los objetos.

La poesía topo-lógica de Marinetti nunca nos llevará a pensar que nutrimos con ella la posibilidad de estar en cada sitio donde lo indican las palabras. Marinetti mismo no escapa a su propia contradicción: el haber sido un gran teórico con un raquítico poder creativo. De allí que deba su celebridad al papel de teórico, sobre todo, por los sorprendentes manifiestos del Futurismo. sus llamados a la revuelta creativa, de signo subversivo o formal, en cuanto a dar primacía a los móviles y objetos de la civilización industrial, su petición de un nuevo orden gramatical capaz de reflejar las transformaciones de la nueva conciencia, llegan a confundirse con la exaltación del populismo predicado por el fascismo de Mussolini, del cual finalmente el Futurismo termina haciéndose su cómplice o por lo menos su adherente, con Marinetti a la cabeza.

Tres son los enunciados principales en los que, de  acuerdo con Marinetti, descansa la concepción poética del Futurismo:


  • Las palabras en libertad. La poesía va al encuentro de las nuevas realidades, configurando, por vía imaginativa, una anti-tradición fundada en la expresión de la vida contemporánea y su máximo símbolo, la máquina.  
  • La invención de palabras. La creación se constituye en realidad autónoma.
  • El dinamismo plástico. Indica que en la poesía las palabras ocupan el lugar de lo que nombran, como si fueran cosas, de manera que el significado pasa antes por la organización plástica de las palabras.

En el ámbito radicalmente distinto se sitúan los poetas de visión futurista que exaltan el movimiento y los dones de la vida contemporánea empleando formas gramaticales tradicionales; son los casos de Apollinaire (1880-1938) y Maiacovsky (1893-1930) en cuyas obras se han visto manifiestos vanguardistas, especialmente en los Caligramas de Apollinaire, suerte de poesía figurativo-visual en donde la forma del objeto está representada por la disposición de las palabras en la página. Ambos miran hacia los tiempos nuevos, con la urgencia de no dejar nada de lo que estaba ocurriendo alrededor de ellos fuera del poema; Maikacovsky hace de la Revolución Bolchevique pretexto para un largo canto a sí mismo en donde el encabalgamiento de las frases cortas se corresponde con el movimiento que imprime a sus largas enumeraciones. Apollinaire, por su parte, ironiza, como si se tratara de antiguallas, los monumentos artísticos de París y coloca en su lugar atrevidas imágenes


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La información se ha obtenido de la página web: raulygustavo.tripod.com
En esta página web podéis encontrar información de todas las corrientes vanguardistas.





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